viernes, 8 de enero de 2010

Camila (parte 2)


Habían pasado algunos días y me encontraba francamente bien, por lo menos en cuanto a mi estado físico. Debo agregar, además, que tenía que vérmelas a diario con una inyección anti rábica la cual – por la época – era puesta en el ombligo. Que indescriptible dolor, que espantosa sensación percibir como el agudo acero perforaba mi estómago y luego sentir como el líquido de la vacuna traspasaba mis paredes abdominales. Cada vez que veía al doctor Aurelio entrar a mi cuarto, un temblor incontrolable me embargaba. Sin embargo, jamás hice exclamación alguna de dolor, jamás proferí ni siquiera una queja. Todo lo aguanté estoicamente, cada pinchazo era una nueva carga en el peso de mi odio y resentimiento hacia Camila.

Emocionalmente estaba bastante mal, aún cuando me recuperaba normalmente de las heridas, bastaba que escuchara algún maullido de la gata para que mi piel se erizara de terror. Ese maldito animal me había provocado un estado de psicosis que me duraría unos cuantos años.

Pese a las alteraciones que sufrí cada vez que escuchaba a la gata, mi cabeza no dejaba de hacer cálculos, realizar planes y establecer estrategias. Desde el momento en que recuperé el conocimiento sólo pensaba en la manera en que mataría a esa desgraciada gata.

Una vez recuperado ya tenía en mi cabeza todo un plan para hacer desaparecer de la faz de la tierra a la gata: Primero debería ganarme su confianza, debo aclararles que la animadversión que yo sentía hacia la gata era correspondida. Es más, estoy seguro de que la muy infeliz deseaba deshacerse de mi tanto como yo de ella. En segundo lugar, debía hacer que la gata sintiera afecto por mi, necesitaba que ella sufriera al sentirse traicionada. Por último, debería diseñar la manera en que moriría de tal forma que su sufrimiento fuera mucho, yo necesitaba que su dolor fuese largo, intolerablemente largo. Ella debía sufrir de maneras indecibles. Esta último objetivo ha sido a lo largo de mis años centro de mis acciones, matar sin sufrimiento no tiene sentido, es un final vacío, sin dolor, sin sufrimiento el arte de matar no tiene fundamento.

La primera parte de mi plan fue la más difícil, Camila era un animal taimado que no se dejaba seducir por mis palabras melosas, mis intentos por acariciarla o mis constantes regalos de comida. Sin embargo, ese recelo fue cediendo poco a poco hasta que permitió que la cargara, la acariciara y la alimentara cuando lo deseaba. Mi madre, más que mi padre, se sintió feliz de ver como mi relación con el animal se había transformado en una casi entrañable amistad.

La segunda parte del plan simplemente surgió debido a la primera, al confiar en mi, la gata me regaló su cariño, cuando llegaba de la escuela maullaba emocionada, se recostaba contra mis piernas y hasta dormía en mi cama.

La tercera parte del plan fui desarrollándola a medida que las otras dos etapas se cumplían. Debía en primer término ubicar un sitio donde pudiera hacer con la gata todo lo que se me antojase. El lugar debía ser lo suficientemente seguro para que nadie pudiera escuchar o entrometerse. De igual manera me di a la tarea de buscar algunas herramientas que sirvieran a mis vengativos propósitos. Ubiqué para ello unas tijeras pequeñas de esas que se usan para jardinería, cinta adhesiva industrial y una grapadora que estaba en el escritorio de mi padre.

Después de algunas semanas de preparativos ubiqué el sitio ideal, un terreno baldío a pocas cuadras de mi casa donde los vecinos acostumbraban a botar aparatos como televisores, lavadoras y otros electrodomésticos. Era una especie de basurero de línea blanca que me permitía ocultarme sin mayores problemas.

Un sábado, lo recuerdo perfectamente, mis padres salieron a hacer mercado. Había llegado el momento. Busqué las cosas que habría de utilizar, las metí en mi morral de la escuela y busqué a Camila, luego de llamarla dos o tres veces apareció la gata. La tomé en mis brazos cariñosamente y salí a la calle.

En el camino Camila no dejaba de ronronear, se hallaba feliz de estar en mis brazos. Al llegar al basurero miré a los lados verificando que nadie me viera entrar ahí – previsión absurda, ¿a quién podrían importarle un niño y su gata?

Una lavadora que descansaba sobre una nevera ladeada en la tierra me sirvió de pared. Tomé a Camila entre mis manos y la lancé contra uno de los filos del dañado aparato con todas mis fuerzas. La gata no tuvo tiempo de reaccionar. Dos golpes secos fue lo único que se escuchó, uno cuando chocó contra la lavadora y el otro al caer contra el sueño. De inmediato me acerqué al animal que yacía en el suelo. Necesitaba percatarme de que estuviera inconsciente. Un rápido movimiento de sube y baja en su pecho me indicó que respiraba aún, luego de esas comprobaciones saqué todos mis utensilios del morral.

Corté un gran trozo de cinta adhesiva y procedí a envolver el hocico del animal para evitar una mordida, tuve especial cuidado para evitar tapar sus ojos o su nariz, necesitaba que Camila pudiera ver todo lo que le haría y al mismo tiempo necesitaba que siguiera respirando.

Para sus cuatro patas y sus afiladas uñas utilicé otros tantos pedazos de cinta, no necesitaba que la gata me arañase, un trozo de mecatillo me permitió atar sus patas de tal modo que no podía levantarse y menos aún correr.

Después de todos esos preliminares sólo me quedó esperar, fue así como después de unos diez o quince minutos – no recuerdo exactamente cuanto tiempo esperé – Camila despertó. Sus ojos se abrieron desorbitados y empezó a patalear tratando de moverse, sin embargo mis ataduras soportaron todo lo que hizo, yo la miraba encantado, sin embargo, ella aún no se había dado cuenta de mi presencia. Sin embargo en un momento determinado nuestros ojos se cruzaron y pude ver en su mirada el terror que yo le estaba produciendo en ese momento. Sonreí encantado, me sentía dueño del mundo.

miércoles, 6 de enero de 2010

Camila (parte 1)


Como dije en una oportunidad anterior, de niño siempre supe que sería un asesino serial, sin embargo esa no fue algo seguro sino hasta los seis o siete años, más o menos.

Recuerdo que a esa temprana edad había en mi casa una gata, Camila, era un animal adulto cuya única función en la casa era maullar constantemente pidiendo comida, recostársele a todo el mundo en busca de apapachos y parir cada cierta cantidad de meses. Eso sin contar con su maldita flojera, en todas partes estaba durmiendo, pero jamás donde le correspondía, siempre se las arreglaba para terminar en la cama de cualquiera de los habitantes de la casa, llenando todo de pelos incluyendo la mía. Realmente detestaba eso.

Lo cierto es que el animal me causaba gran repugnancia – como siguen causándome todos los gatos -. El asco que nacía en mi hacia aquella gata consentida era el hecho de querer dárselas de superior, no hacía nada, no servía para nada, pero aún así exigía su comida como si fuese quien mantuviera la casa. Cuando mi madre la llamaba se desentendía completamente simplemente era un ser abyecto que no merecía el más mínimo respeto o consideración, tal era mi animadversión por la felina.

En una oportunidad, mi madre me pidió que la alimentara, me dio algunas sobras de carne del almuerzo, unos pellejos de pollo que había cocinado y sazonado para la bendita gata y me pidió que se la sirviera en el platillo que había dispuesto para tal fin. Salí de la cocina bastante enojado, pero sin rechistar. Soy un asesino, pero siempre respeté a mis padres.

Tome el plato con la comida y me dirigí al patio, donde se le servía siempre la comida al animalejo. Eché la comida en el platillo de plástico que tenía la gata dispuesto para su alimentación. No había terminado de hacerlo cuando la felina apareció de la nada, maullando como loca con su cola levantada cual poste y sin importarle nada ni nadie.

Me quedé unos instantes observándola mientras devoraba con fruición la comida y sin saber porque se me ocurrió pasar mi mano por su cabeza. Ese simple gesto desató una furia en Camila que jamás he visto en ningún otro animal – imagino que sabía de mi repulsión hacia ella -. De manera imprevista la gata comenzó a morder mi mano, a arañarme el brazo lanzando siseos horribles, el susto hizo que cayera de espalda y lejos de tranquilizarse la gata pareció más enardecida. De un salto brincó sobre mi pecho y empezó a rasguñar mi camisa con sus corvas y sucias garras. Seguía siseando de modo espantoso. Tal alboroto y el terror que me invadió hizo que empezara a dar gritos. Eran los gritos de alguien aterrado. Mis gritos hicieron que la gata se envalentonara más aún y subió por sobre mi pecho hasta llegar a mi rostro, con mis manos llenas de rasguños, arañazos y mordiscos cubrí como pude mi cara, pero sin poder evitarlo la gata logró arañarme una mejilla dejándome abriendo tres largos surcos desde la base de mi ojo izquierdo hasta la barbilla en una diagonal de líneas paralelas que aún marcan mi rostro en una fea cicatriz.

¿Qué ocurrió luego? No lo se, perdí el conocimiento. En aquel tiempo tenía yo sólo unos seis o siete años. Imagino que el terror hizo que me desmayara.

Cuando desperté estaba en cama, me sentía adolorido y mi rostro ardía muchísimo por las heridas que la gata me había inflingido.

- ¡Ya despertó!, - era la voz de mi madre - ¿cómo estas mi cielo? – preguntó en seguida mientras acariciaba mi cabeza mirándome con ojos preocupados.
- Me arde la cara mamá, – respondí con voz cortada - ¿dónde está Camila? – inquirí al punto.
- No te preocupes por ella, está sedada – era la voz de mi padre esta vez.

Cerré los ojos pero antes de quedar dormido otra vez logré escuchar: - Que hermoso niño, aún se preocupa por el animal – era una voz que no conocía. Luego me enteré que se trataba del doctor Matias, el médico de la familia. Que equivocado estaba, no pregunté por Camila debido a mi preocupación.

Mi único interés se centraba en lo que haría con ella. Camila, una gata cualquiera había abierto la puerta a mi destino, a lo que sería de mi de ahí en adelante.

sábado, 2 de enero de 2010

Diario de un asesino (parte 1)


De niños sentimos que estamos predestinadas para hacer ciertas cosas en la vida. Algunos dicen: - Yo seré médico - y te mirán con cara de sobrados.

Otros menos ambiciosos pero más valientes o agresivos (como se prefiera) exclaman: - Yo seré policía - su mirada seguramente denota odio.

Así otros u otras dirán: - Yo bailarina - mientras una sonrisa adorna su rostro cursi y comeflor.

Yo desde siempre supe que sería asesino. Desde muy temprana edad sentí un gran desprecio por cualquier ser humano que estuviera cerca de mí. Desde mi abuelita - una de mis primeras víctimas -, hasta mis amiguitos de la escuela. De verdad no soportaba a nadie.

Eso me hizo muy infeliz en mi primera infancia, sin embargo un día cayó en mis manos la novela Psicópata americano de Bret Easton Ellis. De inmediato me sentí identificado con el personaje principal, Patrick Bateman y tuve la imperiosa necesidad de ser su émulo. Fue así como me descubrí a mi mismo y lo que haría de mi vida.

De ahí en adelante me dediqué a hacer estudios de grandes asesinos en serie, sus métodos, sus errores, sus víctimas, sus traumas. Necesitaba prepararme, educarme en el difícil y nunca apreciado arte de matar.

Debo decir, saliendo un poco de foco, que nunca fui maltratado, jamás me vi sometido a abusos sexuales ni de ningún otra índole, mi niñez - aparte del odio hacia mis congéneres - fue feliz, siempre jugando, consentido por mis familiares y amado por mis padres.

Soy asesino por una decisión personal, así como esos que mencioné quisieron ser médicos, policías, bailarinas, yo quise ser asesino. Tarea nada fácil por cierto y es que una cosa es matar a alguien y otra no ser descubierto. Además la violencia burda y vulgar nunca me ha gustado, me gusta el refinamiento, la búsqueda suprema del dolor hacia mi víctima la extensión máxima del sufrimiento en todas sus formas.

viernes, 1 de enero de 2010

Necrofilia


La amo

La amare el resto de mi vida

La amare lo que dure la eternidad

La amare hasta que todo acabe

Hasta que cada particula sea polvo

Nunca la abandonare

Nunca la olvidare

La seguire amando igual

No!

La amare cada dia mas…

Me encantaria verla cuando despierte

Me encanta verla cuando duerme

Me encanta su mirada cuando hacemos el amor

Qusiera que me escuchara cuando le digo: te amo…

Quisiera que me respondiera cuando pregunto si me ama como yo a ella…

Qusiera escuchar un ``si´´ cuando le pregunto; me amas?

Un dia me pregunto…

.- estaremos juntos?

Si amor, claro.

.-nunca me abandonaras?

Nunca amor mio, antes muerto, que estar un dia sin ti…

Debe de estar muy feliz…

Estoy cumpliendo mi promesa

Se que me ama

Se que me escucha

Se que esta ahí

Se que mañana despertara…

Se que por fin mañana me dira Te amo…

Espero que mañana si despierte…

Estoy cansado de esperar, pero se que algun dia, ella volvera….


Una sola cosa perfecta me dejo el año

Muchas cosas buenas pasaron, solo una fue la mejor...
Otras personas se oponian, pero
Nadie pudo evitarlo,
Si tan solo vieran cuanto la amo
Estarian sorprendidos de ver ese cariño tan puro...
Rara vez he amado asi, de hecho solo a ella la he amado asi...
Robo mi corazon...
Antes que me permitiera darcelo, ella lo robo... solo quiero decir :
Te amo M O N S E R R A T . . .

miércoles, 30 de diciembre de 2009

La amo...

La amo por muchas kosas

La amo por komo es

La amo por komo le ayuda a hacer la tarea a Brandon

La amo por komo se kome los chocolates de Michele y kulpa a Brandon

La amo por su receta de cereal

La amo por sus chistes de organos reproductores

La amo por su forma de decir ``mi vida, yo te amo mas´´

La amo por esos momentos de silencio

La amo por su manera de reir

La amo por su manera de llorar

La amo por su manera en k dice ``no nada, eske, no se, no se nada, eske… ay no se´´

La amo por komo pregunta: este es un 1 o un 7?

La amo por k sabe matemáticas

La amo por k sabe ingles

La amo por su flojera

La amo por komo me dice sigilosamente..``Te Amo´´

La amo por su miedo

La amo por komo dice ``uuu´´

La amo mas k a nadie

La amo mas k a todo

Pero simplemente

La amo mas… k a su ``pecera llena de pescados´´….

martes, 29 de diciembre de 2009

Que es capaz de hacer una persona por amor?...


Cuanto dolor estas dispuesto a causar, para saciar a tu corazón?

A cuantas personas eres capaz de dañar, para encontrar a la mujer de tus sueños?

Ella soño con el, dia a dia, pensaba en el, dormia pensando en el.

Tenia 31 años, sus amigas le presentaban chicos, a los cuales ella ignoraba diciendo siempre: ``No, no es mi tipo´´…

Entonces cuales son de tu tipo?, gordos y pelones?, nacos y chaparros? Respondian ellas…

Su mejor amiga, dijo;

Ya no sean asi, ella ya esta esta enamorada´´

De quien? … con mucha curiosidad pregunto su compañera,

Mira, te voi a explicar, lo que pasa es que ella esta esperando al hombre de sus sueños…

Que??!!, ya se! El tipo no te pela, respondio su amiga,

NO!! Nisiquiera lo conoce!, es literalmente…el hombre de sus sueños….es una fantasia, no existe….

Ella soñaba con el, soñaba que el la amaba mas que a nada…

El existia, el era real, en otro lugar de la ciudad…

Y si, el tambien soñaba con ella…

Soñaron mutuamente desde hacia ya un año…

Solo que en los sueños de el… ella lo asesinaba.

El sueño recurrente de el, sucedia en la habitación de ella, el entraba, y queria violarla, sentia un profundo odio hacia ella, al quitarle las sabanas, ella despertaba, sacaba una pistola, y le disparaba…

Ella estaba desesperada, lo buscaba!, nunca lo encontraba…

Fue a la policia, y dijo que habia sido violada…

Describio a su supuesto agresor, como el hombre de sus sueños, era identico.

La policia ya lo habia encontrado…ella se sorprendio y dijo: ``no, no fue el, lo siento´´

Lo siguió, y se precato de que el ya estaba comprometido,

Ella, asesino a la prometida …

El la odio, y la siguió, ella huia de el…

Tenia miedo de que le fuese a hacer daño, vengandose del daño que ella le abia ocasionado, al asesinar a su prometida.

Ella, queriendo terminar con todo, dejo abierta la puerta de su casa,

Sabiendo que el entraria, era todo una trampa.

El entro, la miro con odio, ella siempre lo vio con amor…

El acaricio su pie, y la miraba con un odio imenso, queria acerle tanto daño, queria violarla, golpearla…

El quito las sabanas, ella desperto, el le apunto con una pistola, ella hizo lo mismo…

Ella sonrio, el, torcio la boca, ella cerro los ojos…

Al llegar la policia, solo encontro los dos cuerpos…

Separados, uno del otro, pero solo unidos por ese vino rojo.

Quedaron unidos en sangre…




Unidos eternamente


Ella amandolo…





El odiandola…